Estudiantes, especialistas, académicos y personas relacionados al diseño, nos gusta entablar conversaciones en torno a cómo el buen diseño tiene un impacto positivo en la calidad de vida de las personas. Quizá buscar el beneficio de los usuarios o la sociedad es parte de un legado histórico que se nos ha inculcado durante nuestra formación, sin importar en donde la hayamos recibido. Esto lo menciono porque la semana pasada tuve la oportunidad de organizar un taller en diseño y emociones, en donde asistieron estudiantes de Brunel University, Royal College of Art, y Central Saint Martins. Antes de iniciar el taller, los participantes completaron un cuestionario respondiendo a la pregunta: ¿por qué diseñarías bajo el enfoque del diseño y emociones? Las respuestas comunes fueron: 1) para crear experiencias más ricas 2) Para que los usuarios puedan interactuar mejor con los productos, 3) Para mejorar el bienestar de las personas, y 4) para reconocer que estoy diseñando para otro ser humano. Estas respuestas dejan entrever el interés que tienen los diseñadores hacia las personas para las cuales diseñan. Esto también se ha manifestado, en años recientes, en enfoques como diseño centrado en el usuario, diseño de experiencias, diseño social, y diseño sustentable.
Por otro lado, es común que se ignoren temas que afectan al diseño en general y a los enfoques anteriormente mencionados en particular. Uno de estos temas es el rol que tiene el diseño en el sistema económico actual, el capitalismo. En este sistema las personas fueron privadas de producir con sus propios medios lo que necesitan y pasaron a un modelo de trabajo para ganar dinero y consumir productos (Slater, 2003). Esto tiene dos consecuencias para el diseño, la primera es que históricamente el consumidor surge en el momento en el que las personas se volvieron obreros. La segunda es que al separar a los trabajadores de los medios de producción surge la mercancía, que puede ser productos o servicios. El sistema se cierra porque crea consumidores y mercancías para consumir. A esto Marx lo llama trabajo alienado porque el trabajo es un medio para satisfacer necesidades fuera del ser (Marx en Slater, 2003). El trabajo de los diseñadores está alineado con el sistema capitalista, al menos por dos razones. Primero, hacen tangibles las necesidades intangibles, al implementarlas en un producto o servicio que las personas puedan usar y consumir. Segundo, a especialistas en diseño se les entrena para buscar e identificar ‘nuevas’ necesidades, que puedan implementarse en productos, servicios, interfaces, etc. Esto se alinea perfectamente con el capitalismo, porque su mecanismo de sustentabilidad es crear nuevos productos que substituyan a los anteriores, para que la economía siga creciendo.
Este modelo económico pareciera justo, sin embargo, ha creado lo que se conoce como cultura del consumo, y el análisis de Slater (2003, p.125) es importante para entenderla. La cultura del consumo está alienada, ya que desarrolla las necesidades de acuerdo a la lógica de la producción mercantil en lugar de la lógica del desarrollo humano. En otras palabras, el sustento del modelo no son las personas, sino las mercancías. Por si esto no fuera suficiente, Baudrillard (1979, p.225) llega a una conclusión más preocupante, él afirma que el consumo no tiene límites, hoy en día, todos los deseos, los proyectos, las exigencias, las pasiones y todas las relaciones se abstraen (o se materializan) en signos y en objetos para ser comprados y consumidos. El consumo no tiene límites porque no hay un punto de saturación, por otro lado, si fuese relativo al orden de las necesidades de las personas, se habría de llegar a una satisfacción. Ahora bien, sabemos que no hay tal: se desea consumir cada vez más (Baudrillard, 1979, p. 228).
De manera directa el diseño de producto contribuye a la cultura del consumo, al buscar nuevas necesidades y tangibilizarlas. Al sistema económico, sin embargo, no le importa si las personas mejoran su calidad de vida o bienestar, su objetivo se centra en que en el mercado siempre haya suficiente mercancía que consumir.
Guerreros de terracota, Anthony Gormley
¿Por qué es importante considerar el rol del diseño en el capitalismo?
Primero, nos permiten contextualizar alcances del diseño y sus enfoques. Por ejemplo, el diseño sustentable es fundamental en nuestros días, eso no significa que sea la solución al problema. Además, contextualizar al diseño, puede ayudar a identificar que productos sí tienen posibilidades de impactar en el bienestar de las personas. Por ejemplo, afirmar, que el mobiliario de autor impacta en el bienestar general de las personas es debatible, ya que está reproduciendo el clasismo considerando que solo ciertas estructuras sociales (con alto poder adquisitivo) y cierto tipo de estructuras familiares pueden tener acceso a este tipo de productos. Este fenómeno no es nuevo Baudrillard, al analizar los espacios del hogar identificó que el mobiliario es un reflejo fiel de las estructuras familiares y sociales de épocas pasadas y presentes. Un indicativo fiel del estatus económico de las personas.
Segundo, Forty (1986) concluye en su libro diseño y deseo que ningún diseño funciona (es exitoso en el mercado) a menos de que incluya ideas que se mantienen en las personas para las que el producto está orientado. En otras palabras, el ‘buen’ diseño es aquel que se consume. Este punto es cuestionable, y nos permite reflexionar si una razón fundamental para crear un diseño es exclusivamente económica y si el buen diseño debe regirse por aspectos económicos.
Tercero, si bien es cierto que el diseño es parte integral del capitalismo, entenderlo y tenerlo presente ayuda a decidir qué tipo de diseñador/a se quiere ser. En otras palabras, ayuda a asumir una postura que impacte en la manera de hacer diseño, y quizá generar alternativas al modelo económico vigente.
Finalmente, si bien los diseñadores/as tienen interés y les gustaría diseñar para las personas, esto no significa que tengan todas las habilidades para hacerlo. Realizar diseño centrado en el usuario, social, o en experiencias requiere un entrenamiento, que en estos momentos pocos diseñadores/as tienen, pues esta formación regularmente no forma parte de los programas de licenciatura.
Conclusiones
En este texto se contextualiza de manera general el rol del diseño en el capitalismo. Si bien el sistema económico representa grandes retos, incluirlo en las discusiones de diseño puede ayudar a: identificar que productos tienen las características para impactar en el bienestar individual y colectivo, asumir una postura en relación al sistema económico y actuar de manera coherente en relación a las aspiraciones e intereses de los y las diseñadoras.
Existe un interés general de los diseñadores/as por los usuarios. Esto no significa que todos los productos generan bienestar social/individual en los seres humanos, y tampoco es claro si todos los diseñadores tienen las herramientas para realizar diseño centrado en el usuario/a. Esto sin considerar los intereses de las empresas, que generalmente están orientados hacia las ganancias generadas por la mercancía vendida. Además, es probable que el modelo ha absorbido a un grupo significativo de diseñadores/as.
Los participantes del taller en diseño y emociones concluyeron con algo que me parece interesante compartir. Ellos mencionaron que este enfoque hacia ver al usuario más real, más humano, y más interesante. Quizá, este enfoque, así como el diseño de experiencias, social, sustentable están generando alternativas en donde impere la lógica del ser humano, en vez de la lógica de las mercancías.
Bibliografía
Baudrillard, J. (1979). El sistema de los objetos. Siglo XXI : Ciudad de México
Forty A. (1986) Objects of Desire, Design and Society 1750-1980. Thames & Hudson Ltd: London.
Slater, D. (2003). Consumer, Culture and Modernity. Polity Press: Cambridge
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